Arraigo y Estabilidad

Ser fuertes como un roble y flexibles como el bambú

Uno de los aspectos que nos distingue como seres humanos, del resto de las especies es nuestra facultad de sostenernos completamente erectos sobre dos piernas, una cualidad que tomó miles de años para desarrollarse. Cuando el hombre pudo erguirse, extender la columna vertebral y caminar sobre dos piernas, pudo percibir la realidad de manera diferente: mirando de frente, sintiendo la vibración de la tierra bajo los pies y la expansión infinita del cielo sobre su cabeza. Encontró fortaleza y seguridad

En nuestro lenguaje cotidiano tenemos expresiones relacionadas con nuestra necesidad de fortaleza y resilencia: “poner los pies en la tierra,” “ser fuerte como un Árbol,” “nada me tambalea”, y todas estas expresiones hacen referencia al bienestar que sentimos cuando notamos que hay una base física y emocional que nos sostiene, para hacer frente a la vida. La experiencia de arraigo y estabilidad comienza con aprender a plantar bien los pies en la tierra.

En cambio un signo de envejecimiento se manifiesta cuando comienzan a debilitarse pies, rodillas y muslos, y por consiguiente la cadera pierde su estabilidad y la columna comienza a encorvarse en diferentes segmentos. Surge el cansancio, las piernas pesan, se pierde el equilibrio, duelen las rodillas, duele la espalda baja, nos sentimos sin fuerza y la debilidad trasmina hacia la mente poniendo en riesgo nuestro sentido de seguridad.

En el Yoga estas cualidades de arraigo y estabilidad se desarrollan con las posturas llamadas de Pie, son esas posturas en las que se está parado ya sea sobre las dos piernas o una, y que se ejecutan bajo el principio de enraizar una o dos plantas de los pies para desarrollar la fuerza y flexibilidad de pies, piernas y cadera principalmente, y a partir de ahí experimentar un profundo alargamiento de la columna vertebral para finalmente conectar con una mente concentrada y estable.
Con las Posturas de Pie, cultivamos una base sólida física, mental y emocional que permite construir cimientos para vivir la vida en salud, con firmeza, fortaleza pero sin tensión, podríamos decir que nos enseñan las bases del control pacífico y creativo. Son posturas que contrarrestan la debilidad, la inseguridad, la dispersión, el letargo y la pereza. La postura de la montaña: Tadasana y del Arbol: Vrksasana son las principales representantes de nuestra estabilidad y arraigo.
Recientemente un grupo de instructores de yoga fueron a un retiro al Ashram del Bosque de Niebla y en una de las caminatas tomaron esta bella foto del maestro Hector Marcelli en la postura del Arbol.
La siguiente vez que practicas posturas de pie, recuerda que estas arraigándote en cuerpo, mente y emociones.

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Maricarmen Cariño

Gran maestro y ser humano Hector Marcelli.

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