Por: Jñana Dakini
En mi época de estudiante de danza y bailarina, recuerdo haber pasado muchas horas con ejercicios intensos tratando de tener mas flexibilidad: lograr que mi torso se pegara a las piernas o que la pierna llegara la cara. La flexibilidad y la fuerza eran cualidades muy apreciadas. Cuando decidí dejar la danza para dar paso al yoga pensé que lo adquirido como bailarina iba a ser un “plus” en las clases de yoga pero.. oh sorpresa! Durante mis primeras experiencias en la práctica de asanas no tenía ningún problema para “doblarme” para acá y para allá, y creí que el yoga solo se trataba de flexibilidad o de fuerza o de equilibrio para ejecutar movimientos uno detrás del otro justamente como lo había aprendido en la danza. Esta percepción del yoga y mis habilidades físicas cambiaron cuando comencé a adentrarme en el verdadero corazón del yoga. En este viaje me di cuenta que mis cualidades físicas eran casi un estorbo pues me impedían conectar con las cualidades de la mente del yogui. Actualmente y después de muchos años de investigación y de impartir clases puedo decir que el yoga no se trata de flexibilidad, ni de fuerza ni de solo movilidad o de alineación, ni de hacer formas simples o complejas, todo esto son solo ingredientes que se pueden utilizar en una gama infinita de combinaciones. Lo que hace al yoga diferente de la danza, de la gimnasia, de la acrobacia, o de cualquier entrenamiento físico es la manera en que usamos la mente. En el yoga nos conectamos con la mente a partir de 3 atenciones: 1- Atención focalizada en un punto del cuerpo o la respiración Esta forma de “enfocar” tiene el nombre de Dharana. Cuando se te pide que eleves las rotulas o separes los dedos de la mano o percibas como entra y sale el aire por un a fosa nasal, la mente viaja a esa zona y la percibimos con mas claridad, particularizando esta área. 2- Atención amplia, abierta o multifocal Aquí relacionamos esa parte específica del cuerpo con el “todo”, contemplando diferentes tipos de conexiones y relaciones entre las diferentes partes del cuerpo y entre ellas y la respiración. Aprendemos a distinguir y a relacionar. 3- Atención reflexiva Es la función que surge cuando te “cae el veinte” como resultado de la combinación de la atención unifocal y la atención amplia. Es esta función la que te permite repetir una postura no como un acto mecánico sino desde la comprensión, dándote cuenta además que las posturas como todas las experiencias son siempre cambiantes, por la tanto siempre debes mantener la atención focal y la multifocal. 4. Atención mente-corazón Esta es una de las atenciones mas bellas, se trata de que durante cada asana, cada movimiento, cada respiración notes que la mente esta pacífica y sin miedo o estrés porque conecta con la bondad del corazón. Esto nos aleja de la competencia, del miedo, la autocrítica y vuelve la práctica en algo disfrutable aun cuando se este aplicando esfuerzo físico. La sincronía de estas cuatro atenciones permite que el yoga sea integración de cuerpo y mente desde una practica de Virya (esfuerzo dirigido), Ahimsa (no violencia), Metta (amor incondicional) y Santosha (simplicidad o contento). Cuando practicamos de esta manera consciente y amorosa poco a poco se van construyendo nuevos hábitos de ser y estar, se van disolviendo tensiones del cuerpo, la mente se vuelve maleable, atenta, curiosa y creativa. Y entonces cabe la posibilidad de que el mundo maravilloso con el que conectamos en el tapete, tenga también su expresión en otros aspectos de nuestra vida.
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Por: Jñana Dakini, autora del libro “Acércate al Yoga”.