Yoga y Meditación son dos prácticas milenarias de auto-conocimiento y transformación que nacieron juntas y en realidad son inseparables. Sin embargo en el transcurso del tiempo se han ido separando convirtiéndose en dos opciones diferentes, quienes le rehúyen al trabajo de la mente practican ásanas y quienes le temen al contacto con el cuerpo prefieren aprender a meditar.
Sin embargo cuerpo y mente son inseparables. A lo largo del día operan simultáneamente sea que lo hagan en sintonía o completamente disociados. Y esta disociación del cuerpo con la mente puede suceder incluso practicando posturas de yoga o estando sentados en meditación. Cuando esa disociación existe, los efectos del yoga o la meditación son mínimos y no trascienden al largo plazo.
La transformación del ser hacia estados de bienestar físico, mental y emocional solo sucede si la mente baja al cuerpo y el cuerpo sostiene a la mente, es decir, si honramos esa vinculación armónica, perfecta, profunda y disfrutable del cuerpo y la mente.
El cuerpo y la mente son complejos, decir cuerpo es hablar de todos los diferentes sistemas que lo constituyen: esqueleto, músculos, órganos, glándulas, nervios y el mismo cerebro. Decir mente es referirnos a las diferentes facultades cognitivas de atención, concentración contemplación discernimiento, abstracción o indagación. Unir cuerpo con mente es permitir que la mente contemple ese ir y venir de experiencias directas que suceden en las múltiples capas del cuerpo. Y es permitir que el cuerpo suelte su temor de exponerse a ese escrutinio amble y amoroso por parte de la mente.
En la practica de asanas el proceso meditativo ocurre principalmente en el momento que permanecemos sosteniendo pero sin exceso de esfuerzo. Es decir cuando el cuerpo no opone resistencia a la postura, sino sabe estar en ella con energía y con calma. Solo así puede surgir la capacidad contemplativa de la mente hacia el cuerpo, y en ese momento el cuerpo puede abrir sus secretos y la mente abrazo estos secretos de forma abierta y amorosa.
Si al ejecutar una asana todavía hay mucho esfuerzo o tensión, la mente no puede relajarse porque toda la energía física y mental esta depositada en lograr algo, como puede ser la forma compleja de una postura, y en este caso la mente se aferra a un objetivo, batalla con eso y termina con reacción de estrés. Impedimos entonces que la mente descanse y se libere.
En cambio cuando una postura se logra con el esfuerzo adecuado, con una respiración adecuada y los músculos y esqueleto sirven de “asiento estable “para la postura, la mente se siente libre para contemplar la respiración y el paisaje sensorial y emocional de la piel, los órganos, como diciendo “oh… aquí hay tensión, la suelto…. Aquí hay algo cerrado, lo obro, aquí algo se escapa… lo contengo…. aquí hay alegría, la disfruto,… aquí hay tristeza… la abrazo. ….
Cuando se practica la meditación estando sentados también estamos en una Asana, sea sentados en cojín o en una silla, el cuerpo está en un postura, y la mente observa también los mensaje del cuerpo incluido el mensaje de la respiración. El “plus” de meditar estando sentados, es que la comodidad de la postura informa al cuerpo y a la mente de un estado de seguridad y quietud, y este estado que se mantiene por 15, 20 o 30 minutos, amplia la capacidad de contemplación e indagación, lo que produce un efecto mas profundo y duradero que la indagación y contemplación que hacemos estando 20 segundos o 5 minutos en una ásana.
Idealmente se aconseja darnos tiempo diariamente para practicar asanas y sentarnos a meditar aunque sea por breve tiempo. Si esto no es posible podemos practicar asanas 3 veces a la semana y practicar meditación sentados en otros días. Solo de esta manera podremos comprender y experimentar la tan mencionada unión de cuerpo y mente y acercarnos poco a poco a ese estado maravilloso de la energía y calma abundantes.
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Por: Jñana Dakini, autora del libro “Acércate al Yoga”.